sábado, febrero 21, 2009

Entrevista a Ignacio García-Valiño, autor de El corazón de la materia

Publicado en el número 3 de Circular Escéptica.
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«EL CORAZÓN DE LA MATERIA»
Ignacio García-Valiño
Plaza y Janés, Barcelona, 2008.

- En tu novela haces especial hincapié en la peligrosidad del llamado Nuevo Paradigma. Aunque en la obra aportas algunas pistas, ¿podrías definirlo en pocas palabras y explicar dónde reside su inconveniencia?

El Nuevo Paradigma es una nueva religión de formato científico filosófico. Cala en aquellos creyentes desencantados con la ortodoxia, que ha evolucionado poco desde el medioevo. Podría denominarse «misticismo cuántico», porque arranca de algunas paradojas de la física de partículas para demostrar -haciendo gala de un formidable salto cuántico en su razonamiento- la existencia de una presencia sobrenatural que rige el universo y toda la materia interconectada.


- ¿Por qué elegiste el escepticismo, la crítica a la creencia en fenómenos paranormales, como tema de fondo de la novela?

No era ésta mi intención inicial. Quería escribir una novela sobre un físico que se enfrenta a un suceso aparentemente inexplicable, paranormal. Siempre me han interesado los milagros o sucesos inexplicables que me cuentan personas muy allegadas, de total confianza. Estos temas siempre han despertado mi curiosidad. Yo había marcado un rumbo a la novela, pero en el ecuador, la novela me marcó un rumbo distinto (es un decir, claro) y me aventuré por el mundo del escepticismo, y lo encontré intrigante y divertido, pues, siendo escéptico, nunca había imaginado que el mundo del escepticismo tuviera tanto encanto.

- Uno de los leitmotiv de los escépticos y de los críticos culturales interesados en lo paranormal es que con más divulgación e información estas creencias tienden a desaparecer o incluso a no surgir en mentes bien orientadas desde un principio. ¿Crees que es tan sencillo, que es una cuestión de cantidad de información?

La información no es sinónimo de conocimiento. La información sin reflexión es un contenido superficial. La cantidad no la convierte en algo importante ni más persuasivo. Estamos saturados de información, pero seguimos viviendo en la ignorancia, en una especie de ciberburricie, en la que carecemos de estrategias intelectuales para procesar esa información, separar el grano de la paja y darle un sentido en un sistema cognitivo integrado. Necesitamos educar el sentido crítico, el análisis, la racionalidad, y eso es lo más difícil de enseñar. Y lo que es seguro es que no se puede divulgar, porque es la propia persona quien lo construye desde dentro. En definitiva, es ingenuo pretender que por informar de los argumentos escépticos vayamos a disuadir a nadie. En todo caso, podemos dar alguna pista a seguir, pero nada más.

- ¿Puede leer con provecho o con interés tu novela un creyente convencido en la realidad de los fenómenos citados?

Yo creo que sí; a los creyentes en lo paranormal les divierten mucho las intrigas del escepticismo, como a muchos escépticos les divierten mucho las intrigas de Javier Sierra u otros escritores de novela de misterio o novela esotérica. La mayoría de la gente no lee por instrucción, sino por diversión. Yo creo que hay que leer para vivir.

- En otra entrevista que te realizaron para Internet citas elogiosamente a Teilhard de Chardin, de quien toma título tu novela. ¿Qué aprecias especialmente de su obra?

Creo que fue un gran pensador. Yo encuentro placer intelectual en leer a personas inteligentes e intuitivas, aunque no comulgue con sus tesis, si me abren la mente. Podemos disfrutar del pensamiento de María Zambrano aunque no creamos en ninguna mística, porque su discurso es profundo y tiene sentido. No por ser ateos vamos a disfrutar menos de la pinacoteca del Prado. El error consiste en leer sólo a aquellos autores que sabemos de antemano que vamos a estar de acuerdo con ellos.

- A menudo, la proliferación de creencias extrañas, maravillosas o paranormales se achaca a la causa chestertoniana de que «cuando no se cree en Dios se cree en cualquier cosa». Éste es otro planteamiento simplista que no entra en las causas y motivos auténticos para comprender esa explosión de discursos «alternativos». En mi opinión, el fenómeno tiene algunas de sus claves en la confrontación entre ortodoxia y heterodoxia, normalizado y desviado, religión institucionalizada y religión personalizada o espiritualidad, y por tanto, es un conflicto insoluble, que siempre se ha dado y se seguirá dando. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Comparto esa visión. La fuerza motriz es el miedo a la muerte, al vacío de la vida, la necesidad de un «telos» que cubra de significado toda la existencia y nos de un horizonte consolador. A partir de ahí, cada uno escoge sus creencias a la carta. La Iglesia ha querido detentar el monopolio de esta necesidad, pero la clientela está ansiosa de encontrar nuevos mercados, y éstos han brotado como setas después de la lluvia.

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Otros comentarios y entrevistas relacionadas con la novela:

Presentación de la novela, por Juan Luis Arsuaga

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